Todo empezó el 11 de diciembre de 1.941 cuatro días después del famoso ataque japonés a Pearl Harbor. El productor Hal Wallis recibió la sinopsis de una obra de teatro que se llamaba Everybody comes to Rick´s, en la que estaban los rasgos esenciales de lo que muy poco después ya se llamaba Casablanca.
Después de considerar que Ronald Reagan o George Raft interpretasen a Rick, finalmente Wallis decidió que Rick fuese para Bogart (a pesar de que nadie parecía convencido de que el “ex gangster” pudiera hacerlo). Cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, Humphrey Bogart tenía 42 años. Siendo demasiado mayor para enrolarse en el ejército, decidió quedarse en Hollywood haciendo películas antifascistas. La chica acabó con el rostro más angelical que jamás ha visto el mundo del cine, el de la joven actriz sueca Ingrid Bergman (que fue la tercera opción tras Hedy Lamar y Ann Sheridan), de 27 años y recién llegada a Hollywood. El oficial francés lo haría en actor inglés Claude Rains y el héroe de la resistencia sería Paul Henreid. Los actores Peter Lorre, Conrard Veidt y Sydney Greenstreet participaron con pequeños papeles y Dooley Wilson dio vida al pianista Sam.
Casablanca fue una película con numerosos problemas durante su rodaje. A punto de empezar contaban con un buen director, Michael Curtiz (que llegó al puesto casi por azar), los actores adecuados, los decorados preparados y los rasgos generales de la historia, pero no tenían guión, ni final. De este modo se llegó a una situación insólita y sorprendente (tanto que estuvo a punto de ver interrumpido su rodaje) el guión debía ser escrito a diario, los gemelos Epstein y Howard Koch escribían las frases del diálogo el mismo día que se rodaba. Hubo momentos inolvidables durante el rodaje, como la escena en la que Víctor Laszlo dirige a la orquesta del cabaret para cantar La Marsellesa. Muchos de los actores del reparto y de los extras que llenaban el local de Rick eran refugiados europeos que sintieron la canción como algo propio y acabaron llorando de emoción.
El 17 de julio de 1.942 comenzó el rodaje de la última secuencia, la del aeropuerto, una escena mítica que iba a convertirse en referencia para generaciones futuras. Pero en ese momento nadie sabía cuál iba a ser el final de la película. La hermosa Ilsa no sabía con quién se iba a quedar al final. Louis, el oficial francés se refugiaba en su cinismo para sacar adelante un personaje que nadie tenía claro si era bueno o malo. Y Rick sufría en silencio, recordando París y escuchando a Sam el pianista. Algunas de las frases más famosas de la película como “siempre tendremos París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche” o “presiento que este es el inicio de una hermosa amistad”, se improvisaron en el mismo plató. Casablanca dispuso de dos finales y de dos títulos alternativos hasta la elección definitiva de ambos. Y, sin embargo, esta historia melodramática de propaganda antinazi cautivaría de inmediato el gusto del público y se convertiría, a través de los tiempos, en el símbolo del romanticismo amoroso y de la resistencia contra los totalitarismos.
Una de las últimas escenas de Casablanca, en el aeropuerto.
Con un tono más contenido que otros títulos de mayor envergadura cinematográfica y de más profundo calado, como El gran dictador (The great dictator, de Charles Chaplin, 1.940) o Ser o no ser (To be or not to be, de Ernest Lubitsch, 1.942), feroces sátiras contra el nazismo, Casablanca llama a la unidad de todos los demócratas contra el avance del fascismo al tiempo que contempla, una vez más, a Estados Unidos como la patria de la libertad.
Desde su primer pase el día de Acción de Gracias de 1.942, se vio que aquella iba a ser una película especial y fue recibida entusiastamente por la crítica tras su estreno en Nueva York en noviembre de 1.942. Finalmente Casablanca se estrenó al público el 14 de enero de 1.943, poco después de que la Conferencia de Casablanca marcara la ruptura de Washington con Vichy y el acercamiento de Roosevelt hacia el general Charles de Gaulle, y de que el desembarco de Dwight Eisenhower en el norte de África (noviembre de 1.942) colocara al puerto de Casablanca en los titulares de la prensa. Aquello fue un prodigio de oportunidad. Estados Unidos, como el capitán Renault, optaba finalmente por la Francia libre. El desembarco en Europa, año y medio más tarde, se perfilaba en el horizonte.
Casi año y medio después de su estreno, el 6 de febrero de 1.944 se anunciaban las candidaturas a los Premios de la Academia de 1.943. La productora, la Warner Brothers Pictures Inc., consideraba que Casablanca ya estaba pasada de moda y optó por apostarse en su campaña por Vigilancia en el rin (Watch on the rhine, de Herman Shumlir y Hal Mohr, 1.943). Finalmente Casablanca arrancó en la carrera hacia el Oscar con 8 candidaturas, el de la mejor película, dirección, guión adaptado, actor (Humphrey Bogart), actor de reparto (Claude Rains), fotografía en blanco y negro, montaje y banda sonora de comedia o drama. En la ceremonia que se celebró el 2 de marzo de aquel mismo año Casablanca se alzó con tres oscars, el Oscar a la mejor película, a la mejor dirección y al mejor guión (Vigilancia en el rin optó a cuatro estatuillas y su protagonista Paul Lukas ganó el Oscar al mejor actor, esta interpretación proporcionó a Lukas todos los premios del año, además del Oscar, el de la Junta Nacional de Críticos, el de los Críticos de Nueva York y el Globo de Oro).
En 1.998 el American Film Institute (AFI) realizó una encuesta entre 1.500 relevantes nombres de la industria para que escogiesen las cien mejores películas americanas de todos los tiempos. Entre cuatrocientos films candidatos, quedó una lista con cien títulos. En dicha votación Casablanca quedó en segundo lugar. Ciudadano Kane (Citizen Kane, de Orson Welles, 1.941) fue la película más votada, la mejor de todos los tiempos.
Las familias de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se reunieron el 11 de agosto de 2.003 en Nueva York para celebrar el 60º aniversario de Casablanca. La copia que vieron los Bogart y los Bergman tenía un brillo especial, esta se trataba de una nueva copia de 35 milímetros extraída directamente del nitrato original y de la banda sonora guardados en los archivos de la Warner. La productora también distribuyó una edición especial de Casablanca en DVD, con cuatro horas de material adicional, incluyendo tomas falsas y escenas que los montadores decidieron descartar (ahora ya está a la venta la edición 70º aniversario en Blu-Ray que contiene 3 discos con interesantes extras y un libreto, una nueva versión de Casablanca que consigue una imagen más rica y dinámica).
Han pasado 71 años desde que se filmó en 1.942 y se proyectó como preestreno en Nueva York en otoño de ese año. El presidente Franklin Roosevelt la vio en la Casa Blanca el 31 de diciembre del 42. El público estadounidense la descubrió a principios de 1.943. La viuda de Bogart, Lauren Bacall, y su hijo, Stephen Bogart, y las hijas de Ingrid Bergman, Pia Lindstrom, e Isabella e Isotta Rossellini, asistieron al Lincoln Center para la proyección restaurada de la película y despejaron la cuestión final de la leyenda inagotable de Casablanca, “¿hubo algo entre nuestro padre y vuestra madre?”. No, la química entre Bogart y Bergman fue un milagro del celuloide, uno más en una película mítica surgida de un cúmulo de casualidades y decisiones de última hora. “Mi madre no tenía una buena relación con tu padre”, le confesó Pia Lindstrom a Stephen Bogart. “Nunca llegaron a ser amigos”, comentó Issabella Rossellini. “Había química en la pantalla, pero no en la realidad”, dijo Lauren Bacall.
Stephen Bogart y Pia Lindstrom el 11 de agosto de 2.003 en Nueva York.
La película alcanzaría finalmente tal fama que sus referencias iconográficas se encontrarán dispersas por doquier en la cultura audiovisual del siglo XX.
Sinopsis
Un club nocturno en una ciudad peligrosa y ambigua, un americano sin patria y con un pasado turbio, un oficial francés amoral, el heroico líder de la resistencia y naturalmente la chica desgarrada entre dos hombres a los que ama de forma diferente.
Mientras en Europa la Segunda Guerra Mundial está en todo su apogeo los refugiados, que huyen del nazismo alemán, emprenden infinitas rutas con destino a Lisboa, vía Casablanca, a través del Mediterráneo para viajar a América.
Una vez en la Casablanca del Marruecos francés de 1.942, en la que todo el mundo intentará conseguir un visado que los lleve a Lisboa, y de allí al soñado paraíso de la libertad, América, es visita obligada el Café de Rick. En Rick´s se reúne todo Casablanca. Allí reside Rick, un americano cínico, solitario, duro y aventurero, con un pasado dudoso, que ha decidido pasar sus últimos días en Casablanca, en su café y junto a Sam, su amigo pianista negro.
En una noche, la tranquila vida de Rick se verá alterada. Ugarte, un hombre que vende permisos para salir de Casablanca, le pide que le guarde unos salvoconductos que robó a uno correos alemanes, a los que mató. Los salvoconductos son el pasaporte abierto para cualquiera, y cuestan millones. Ugarte será detenido esa misma noche, en el bar de Rick, y después será asesinado. Antes de que Rick pueda salir de su sorpresa, cuando va a reprocharle a Sam que esté interpretando El tiempo pasará, se encuentra con la mirada de Ilsa, sentada en silencio al lado del piano de Sam.
Todo ocurre en un par de días. Ilsa no ha llegado sola a Casablanca, está acompañada de su marido, el checo Víctor Laszlo, líder de la resistencia, con el que está de paso en Casablanca, con rumbo a América. Rick posee los salvoconductos que pueden dar la libertad a Laszlo, pero el amor que siente por Ilsa le impide ser generoso.
En esta lucha por la libertad y el amor Ilsa le pedirá Rick, a quién aún ama, que sea él quien decida por los dos. Rick, en un acto magnánime y heroico, arriesga su cuello por la mujer que ama y el hombre que admira, a los que ve partir en el aeropuerto camino a Lisboa. Él, como apresado en su triste destino, se queda en Casablanca, en compañía del capitán Louis Renault, que protege a Rick de ser arrestado tras asesinar al Major alemán Heinrich Strasser.
Bogart
Humphrey Bogart, el “chico duro” de la Warner, nació en Nueva York el 25 de diciembre de 1.899. Siempre tuvo carácter rebelde e inconformista. Abandonó los estudios para alistarse en la marina, donde sufrió un accidente que le dejó paralizado parte del labio superior. Debutó en el cine en 1.930, tras una oscura carrera teatral. Se pasó una década completa interpretando múltiples papeles secundarios (generalmente, por su cara de rudo, estaba en el bando de los villanos, los que morían final, y a veces al principio, de la película), hasta elaborar un “tipo” de actor duro. Destacó como intérprete de tipos aventureros, en los que la dureza viril, el hábito del peligro y la figura inquietante se mezclan con la ternura, el gesto romántico y, a menudo, un distanciamiento irónico respecto a los convencionalismos sociales. Se convirtió en hombre clave de Hollywood, especializado en filmes policíacos y de aventuras.
En su filmografía destacan títulos como El halcón maltés (The maltese falcon, de John Huston, 1.941), Tener y no tener (To have and have not, de Howard Hawks, 1.945), El tesoro de Sierra Madre (The treasure of the Sierra Madre, de John Huston, 1.948), La reina de África (The African Queen, de John Huston, 1.951) por cuya interpretación obtuvo el Oscar al mejor actor, y Sabrina (de Billy Wilder, 1.954), entre otras muchas, también notables interpretaciones.
Bogart contrajo matrimonio en cuatro ocasiones, con Helen Menken, Mary Phillips, Mayo Methot y, la definitiva, la joven Lauren Bacall, de cuya unión nacieron Stephen Humphrey y Leslie Howard. Murió en Hollywood el 4 de enero de 1.957, víctima de un cáncer de garganta. 40 años después de su muerte, a finales del siglo XX, la revista cinematográfica Entertaiment Weakly elaboró una lista con las 100 estrellas más grandes de todos los tiempos y Humphrey Bogart ocupó el primer puesto.
Humphrey Bogart en Casablanca y con Claire Trevor, en 1.952, felicitándole cariñosamente por su Oscar.
Bergman
Ingrid Bergman nació en Estocolmo el 29 de agosto de 1.915. Tras sus inicios teatrales en su Suecia natal (formada en la célebre Real Escuela de Arte Dramático de Estocolmo) debutó en el cine a los 17 años, trabajando en Suecia, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido e Italia. Dominaba cuatro idiomas y tocaba el piano a la perfección. En 1.944 Ingrid Bergman (que había llegado a Hollywood, de la mano del productor David O´Selznick, en 1.938 con su marido Peter Lindstrom y su hija Pia) era una de las favoritas al Oscar a la mejor actriz por sus interpretaciones de María en ¿Por quién doblan las campanas? (For whom the bell tolls?, de Sam Wood, 1.943) y de Ilsa en Casablanca, pero sólo consiguió candidatura por la primera. Bergman obtuvo su primer Oscar al año siguiente por Luz que agoniza (Gaslight, de George Cukor, 1.944) y volvería a repetir galardón por Anastasia (de Anatole Litvak, 1.956) y, como actriz de reparto, por Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, de Sidney Lumet, 1.974).
Particularmente fructíferas fueron sus colaboraciones con Alfred Hitchcock en Recuerda (Spellbound, 1.945), Encadenados (Notorius, 1.946) o Atormentada (Under capricorn, 1.949). A las órdenes de su segundo marido, el director italiano Roberto Rossellini, rodó seis largometrajes de los que destacan Stromboli (Stromboli, terra di Dio, 1.949), Europa 1.951 (Europa´51, 1.951) y Te querré siempre (Viaggio in Italia, 1.953). Separada de Rossellini realizó notables actuaciones en Elena y los hombres (Eléne et les hommes, de Jean Renoir, 1.956), Indiscreta (Indiscreet, de Stanley Donen, 1.958), Flor de cactus (Cactus flower, de Gene Saks, 1.969) y Sonata de otoño (Herbstsonata, de Ingmar Bergman, 1.978).
Cuando en 1.950 se enamoró de Roberto Rossellini y dejó a su familia, el escándalo originado casi acaba con su carrera. De su matrimonio con Rossellini nacieron tres hijos, Roberto, y las mellizas, Isabella e Isotta. Ingrid Bergman impuso un tipo femenino sereno y un estilo interpretativo espontáneo y se convirtió en una de las actrices favoritas del público por su dulzura y talento. Murió en Londres, el mismo día en el que cumplía 67 años.
En 1.944 Jennifer Jones e Ingrid Bergman competían por el Oscar a la mejor actriz. Cuando Jones fue galardonada por su interpretación en La canción de Bernardette (The song of Bernardette, de Henry King, 1.943), su discurso de agradecimiento contuvo una disculpa pública hacia Bergman (que competía por ¿Por quién doblan las campanas?). Entre bastidores, Bergman replicó “Jennifer, tu Bernardette era mejor que mi María”. En 1.945 Jones no era candidata, pero cuando Bergman ganó, las dos artistas lo celebraron juntas (izquierda). “Tu arte ha ganado nuestro voto y tu amabilidad ha ganado nuestros corazones”, dijo Jones. A la derecha Ingrid Bergman en Casablanca.
El icono
“Siempre tendremos París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche”. “De todos los cafés y locales del mundo aparece en el mío”. “Un día así no se olvida. Los alemanes iban de gris y tu ibas de azul”. “El mundo entero se derrumba y nosotros nos enamoramos”. “Perteneces a Víctor, eres parte de su obra, eres su vida. Si ese avión sale y no estás con él, lo lamentarás. Tal vez no ahora, tal vez ni hoy, ni mañana, pero más tarde toda la vida”. “Louis presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad”.
Uno de los motivos que ha hecho que Casablanca haya pasado a la historia es, sin duda, que probablemente sea la película con mayor número de frases memorables de la corta historia del cine. Incluso con “tócala otra vez Sam”, que no sale en la película y que la leyenda decía que fue Bogart el que la dijo en un descanso del rodaje. Fue un invento de Woody Allen.
Nadie mientras se rodaba la película, sabía en cada escena que ocurriría en la siguiente, ni nadie se atrevía a decir quién era quién en aquel barullo de identidades. Era sorprendente lo que dejaba ver Ingrid Bergman cuando sistemáticamente chocaba con la extraña vaguedad en las respuestas de Curtiz. Cuentan que una vez le gritó que necesitaba saber con cuál de sus dos enamorados se quedaba al final. “Con los dos”, contestó Curtiz, aunque él tampoco lo sabía. Tal vez sea de ahí, de esa indefinición de los personajes, de donde proceda la parte esencial de su enorme encanto.
Humprhey Bogart e Ingrid Bergman en la escena final de Casablanca.
Particularmente, de entre todas las escenas elijo la del momento en el que las miradas de Ilsa y Rick se cruzan por primera vez en la película es uno de los momentos más conmovedores del cine. Los ojos llenos de lágrimas de la bellísima Ilsa miran con tristeza y dolor los de Rick, incrédulos, alegres y resentidos. Quizá el flash back posterior, en el que conocemos el comienzo de la historia de amor entre ambos en París, justo antes de ser tomada por los alemanes, no era necesario. Las miradas y pocas líneas más de diálogo en este presente podrían haber resultado más que suficientes.
Cuando Bogart pregunta a Ilsa que si la historia que le va a contar tiene final feliz y esta responde que no lo sabe, probablemente fuera cierto. Quiero decir, que seguramente nadie supiera como iba a terminar la película, ¿triunfaría el amor? Es curioso que una de las mejores películas de la historia sea una hermosa casualidad, o un cúmulo de varias. El hecho de que se escribiera el guión del final más famoso de la historia en el mismo plató, el mismo día del rodaje, sorprende a propios y extraños. Cuando en la escena final se lleva a cabo todo el desenlace me llama la atención el triángulo que forman Rick, Ilsa y Renault, para mí uno de los más sorprendentes del cine. Me descubro a mí mismo imaginando las discusiones entre los Epstein, contrarias entre sí como las de los buenos hermanos, con Koch. Todos pensando si Renault es bueno o malo, cosa que no está nada clara, si Ilsa se queda con Rick, o parte a Lisboa con Víctor,…
Me apasiona la historia del rodaje de la película. Se me estremece el cuerpo cuando se entona La Marsellesa, cuando canta Sam,… cuando lo hace con As time goes by,… Esta canción, compuesta por Herman Hupfeld, era detestada por el compositor Max Steiner, autor de la banda sonora, y quería que se filmara de nuevo el encuentro entre Rick e Ilsa para que Sam tocara otra melodía al piano, pero ya por aquel entones Bergman había firmado el contrato para ¿Por quién doblan las campanas? Y se había cortado el pelo, por lo que fue imposible cambiar la escena. As time goes by quedó como pieza central de la película.
He visto tanto a Bogart como a Bergman en otras películas y para mí el hecho fundamental por el que Casablanca se ha convertido en una leyenda es Ingrid Bergman. Brilla por sí sola en toda la película. Sufre de amor y hace al espectador el sufrimiento palpable. Sin necesidad de diálogo, muestra todo lo que a Ilsa le pasa por la cabeza a través de su mirada. Bogart también tiene su momento álgido en su primer encuentro con Ilsa, pero es Ingrid Bergman quién mantiene toda la película. El echo es aún más sorprendente cuando nos enteramos que Bogart y Bergman mantenían las distancias y que no llegaron a entablar una amistad.
Casablanca les hizo famosos en todo el mundo, les convirtió en estrellas en vida y en leyenda después de la muerte.